Durante mucho tiempo los videojuegos han tenido estigma negativo, considerándolo una pérdida de tiempo (según dicen) que vuelven a los niños, adolescentes incluso a los adultos, individuos más agresivos y ludópatas que dependen de la felicidad que les proveen los videojuegos para sobrevivir. Es cierto que con los años esta idea ha ido cambiando y cada vez los vemos más integrados en la sociedad, formando parte de una nueva normalidad. Esto se puede apreciar más claramente por las ayudas de organismos públicos y privados que están dando a la industria, los bonos culturales que ahora incluye al sector de los videojuegos, los e-sports, como marcas incluyen la idea de los jugadores o videojuegos entre otros.
Pero los videojuegos no solo son eso, también es un gran instrumento para generar experiencias donde el jugador puede mejorar en varios aspectos de sí mismo desde la cooperación, comunicación y trabajo en equipo. Permitiendo al individuo mostrar la mejor versión de sí mismo con el objetivo de cumplir un propósito que le divierta durante el camino.
Estos también pueden reflejar un problema que está ocurriendo actualmente en el mundo haciendo que el jugador pueda entenderlo, aprender sobre ello y empatizar para mejorar o solucionarlo. En este caso nos enfocaremos al cambio climático, algo que ha estado en muchos titulares en estos últimos años y lo uniremos con los videojuegos, como estos pueden cambiar este problema que es uno de los muchos problemas que estamos teniendo en el siglo XXI.
Plasticity

Ludwig

Supervivencia polar

Laura Schober
Estudiante de 4º curso de Diseño de Videojuegos
Universidad Francisco de Vitoria
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