La reciente polémica sobre la elección de un actor negro para interpretar a Severus Snape en una adaptación teatral ha reavivado el debate sobre la fidelidad a la obra original y el impacto de estos cambios en la narrativa de los personajes. La discusión ha girado en torno a la idea de que una modificación en la apariencia de un personaje icónico puede alterar su esencia o incluso distorsionar la historia que se pretende contar. Sin embargo, en este caso específico, la etnia de Snape no tiene ningún peso narrativo significativo, lo que hace que este cambio sea irrelevante para la construcción de su historia y su arco dramático.
Es importante distinguir entre aquellos personajes cuya identidad racial está profundamente ligada a su contexto, conflictos y relaciones, y aquellos cuya caracterización depende de factores completamente ajenos a su apariencia física. En el caso de Snape, sus motivaciones, conflictos y evolución dentro de la saga de Harry Potter están determinados por su historia personal, su relación con otros personajes y su papel en la lucha entre el bien y el mal, pero en ningún momento por su raza. Su infancia en Cokeworth, su relación con Lily Potter y su rol como agente doble en la historia funcionan de la misma manera sin importar su color de piel. Esto convierte la controversia en una cuestión más de percepción que de fidelidad narrativa.
Snape: Un Personaje Definido por su Historia, No por su Raza
La identidad de Snape dentro de la saga de Harry Potter se construye sobre tres pilares fundamentales, que definen su carácter y motivaciones, convirtiéndolo en uno de los personajes más complejos y fascinantes de la historia. Su arco narrativo es el de un hombre atrapado entre su pasado y su presente, entre el bien y el mal, y cuya redención se basa en el sacrificio silencioso más que en la absolución pública.
Su relación con Lily Potter y su odio hacia James Potter

Desde su infancia, Lily Potter es la persona más importante en la vida de Snape. Su vínculo con ella le da sentido a su existencia y lo hace sentir aceptado en un mundo donde, por su origen mestizo y su entorno familiar disfuncional, se siente marginado. Sin embargo, su relación se fractura debido a sus decisiones y su asociación con las Artes Oscuras, culminando en la traición definitiva cuando llama sangre sucia a Lily en un arrebato de ira. Este momento simboliza la pérdida irreparable de la única persona que alguna vez lo quiso genuinamente.
Por otro lado, James Potter representa todo lo que Snape desprecia: privilegio, arrogancia y un talento natural que parece contrastar con el esfuerzo constante que él debe hacer para destacar. Desde sus años en Hogwarts, James y su grupo de amigos lo humillan públicamente, reforzando en Snape un sentimiento de resentimiento que no se apaga ni siquiera tras la muerte de James. La unión de James y Lily, su matrimonio y el nacimiento de Harry son golpes que Snape nunca logra superar. Su desprecio hacia Harry es, en gran parte, una proyección de su odio hacia su padre, aunque con el tiempo, su protección silenciosa hacia el niño demuestra que su amor por Lily es más fuerte que su resentimiento.
El asesinato de Lily a manos de Voldemort es el punto de quiebre definitivo para Snape. Su arrepentimiento lo consume y, desde entonces, su vida se convierte en un acto de penitencia silenciosa. Se pone al servicio de Dumbledore no por altruismo, sino por la culpa insoportable de haber contribuido, aunque indirectamente, a la muerte de la única persona que amó. Su promesa de proteger a Harry no es un acto de cariño, sino una deuda impagable con el recuerdo de Lily. Este amor trágico es el motor de sus decisiones y lo define hasta el final de su vida.
Su papel como agente doble
Uno de los aspectos más intrigantes de Snape es su papel como espía entre dos mundos: el de los mortífagos y el de la Orden del Fénix. Su lealtad es cuestionada por ambos bandos, y su capacidad para engañar a Voldemort, el mago más poderoso y perspicaz de la historia, es testimonio de su inteligencia, su frialdad y su maestría en la oclumancia.
Desde el momento en que decide traicionar a Voldemort por la muerte de Lily, Snape se convierte en la pieza clave del plan de Dumbledore. Su doble papel no solo lo mantiene en constante peligro, sino que también lo obliga a vivir una existencia de sacrificio y aislamiento. Nunca recibe el reconocimiento de la Orden del Fénix, y los mortífagos lo consideran un aliado, sin sospechar que trabaja en su contra. Esta ambivalencia lo convierte en un personaje moralmente ambiguo, pues aunque sus acciones contribuyen al bien mayor, sus métodos y su actitud despiadada hacen que tanto los lectores como los personajes dentro de la historia lo vean con desconfianza.
Su relación con Voldemort es una de las más fascinantes de la saga. A pesar de que el Señor Oscuro no confía plenamente en nadie, Snape logra convencerlo de su lealtad hasta el final. Su capacidad para manipular a Voldemort sin ser descubierto es impresionante, y demuestra que su astucia y su control sobre sí mismo están a la par con los magos más poderosos. Sin embargo, esta vida de engaño tiene un costo: Snape vive solo, odiado por aquellos a quienes realmente protege y siempre en riesgo de ser descubierto.
Su relación con Dumbledore también es fundamental en su papel de agente doble. Aunque al principio lo ve como un simple peón útil, con el tiempo Dumbledore llega a respetar a Snape como la persona que hará el mayor sacrificio de todos: vivir sin reconocimiento, sin redención y sin afecto, solo para asegurar la caída de Voldemort. Su misión final, matar a Dumbledore por petición del propio director, es la prueba definitiva de su compromiso. Este acto lo convierte en el mago más odiado de Hogwarts, consolidando su imagen de villano, cuando en realidad es un acto de misericordia para evitar que Draco Malfoy se convierta en un asesino y para reforzar la confianza de Voldemort en él.
La percepción que los demás tienen de él
La forma en que los personajes dentro de Harry Potter ven a Snape es un elemento crucial en su caracterización. Durante toda la saga, es representado como un hombre intimidante, severo y cruel, cuya actitud hacia los estudiantes es injusta y despiadada. Su favoritismo hacia Slytherin y su constante menosprecio hacia Harry y sus amigos refuerzan la idea de que es un personaje desagradable y posiblemente maligno.
Sin embargo, esta percepción es deliberadamente engañosa. La realidad es que Snape es un hombre roto que usa su imagen siniestra como una máscara para ocultar su verdadero papel en la lucha contra Voldemort. Su frialdad es una estrategia de supervivencia; si mostrara simpatía hacia los estudiantes de Gryffindor o actuara de manera más benévola, su tapadera como mortífago infiltrado en Hogwarts podría verse comprometida. Su crueldad hacia Harry es también una forma de distanciarse de la figura de su padre y evitar cualquier conexión emocional que pudiera debilitar su resolución.
A pesar de su apariencia temible, hay momentos en los que su verdadera naturaleza se filtra. Su protección hacia Harry, aunque disfrazada de desprecio, es innegable. Sus esfuerzos para salvar a Draco Malfoy en El misterio del príncipe, su papel en la defensa de Hogwarts y, sobre todo, su última revelación a Harry en Las reliquias de la muerte muestra que, aunque vivió como un villano a los ojos de muchos, su historia es la de un héroe trágico que nunca buscó redención ni reconocimiento.
En última instancia, la imagen que los demás tienen de Snape es una paradoja: es visto como un traidor cuando es el aliado más fiel de Dumbledore, como un cruel profesor cuando en realidad protege a los estudiantes de peligros mucho mayores, y como un villano cuando, en el fondo, es uno de los personajes más sacrificados de toda la saga. Su historia es la de alguien que lucha por la causa del bien, pero que muere sin gloria ni honor, conocido solo por unos pocos por lo que realmente era: un hombre marcado por el amor, la culpa y la necesidad de enmendar sus errores, sin esperar nada a cambio.
¿Entonces?
En ninguno de estos puntos la etnia de Snape tiene un impacto narrativo. Su infancia en Cokeworth es difícil debido a la pobreza y la violencia doméstica, no a su raza. Crece en un entorno hostil con un padre abusivo, Tobias Snape, y una madre bruja, Eileen Prince, que no parece tener la fuerza o los recursos para alejarse de esa situación. Su condición de mestizo, al tener un progenitor muggle y otro mago, es un factor de conflicto interno en su identidad, pero no su etnia. Su marginación en Hogwarts proviene de su personalidad reservada y su interés por las Artes Oscuras, lo que lo lleva a relacionarse con los futuros mortífagos, pero nunca se menciona que su apariencia física o su origen étnico sean un motivo de discriminación. Su odio hacia James Potter se basa en una dinámica de acoso escolar y rivalidad amorosa que se refuerza con los años: James lo humilla reiteradamente en público, y Snape, a su vez, canaliza su resentimiento a través de su deseo de poder y su asociación con los magos de ideología purista. Estos elementos funcionan igual sin importar su etnia, ya que el conflicto entre ellos está determinado por la jerarquía social en Hogwarts, las diferencias de personalidad y, sobre todo, el triángulo emocional que forman con Lily Potter
¿Dónde un Cambio de Raza Sí Afectaría a Snape?
Si bien la etnia de Snape no cambia su historia, hay otros aspectos que sí lo harían, ya que su carácter y sus decisiones están moldeados por factores específicos de su origen, su entorno y sus relaciones personales. Alterar estos elementos fundamentales modificaría por completo su arco narrativo y la complejidad de su papel dentro de la saga. A continuación, se analizan los cambios que sí afectarían significativamente al personaje:
Si Snape viniera de una familia de magos de sangre pura, perdería el conflicto interno que lo hace identificarse con Voldemort y sus ideales de supremacía mágica, a pesar de ser mestizo. Este matiz es clave en su complejidad moral, ya que Snape es un personaje atrapado entre dos mundos: por un lado, siente desprecio por su herencia muggle debido a la violencia y el abuso que experimentó en su infancia; por otro, sabe que jamás será completamente aceptado en los círculos más elitistas de la comunidad mágica. Su deseo de pertenencia lo lleva a acercarse a los mortífagos y a adoptar, al menos temporalmente, su ideología, lo que lo convierte en un seguidor de Voldemort. Sin embargo, su cambio de lealtad y su posterior traición a los mortífagos son más impactantes precisamente porque Snape nunca fue alguien que encajara en su mundo. Si hubiera nacido en una familia de sangre pura con una educación basada en la supremacía mágica, su alineación con Voldemort sería menos una elección impulsada por la necesidad de encajar y más una cuestión de tradición familiar, eliminando gran parte del dilema moral que lo define. Él es el príncipe mestizo.

Si Snape tuviera una educación privilegiada o fuera de la misma clase social que James Potter, su resentimiento hacia los merodeadores perdería fuerza. Parte del desprecio que siente por James proviene de la diferencia de estatus social y económico entre ellos. Mientras que James crece en una familia rica y amorosa, Snape proviene de un hogar disfuncional en un barrio obrero y experimenta rechazo tanto en el mundo muggle como en el mágico. Esta disparidad refuerza la animosidad entre ambos: Snape no solo ve a James como su rival por el amor de Lily, sino también como un símbolo de todo lo que él nunca tuvo. Si Snape hubiera crecido en un entorno similar al de James, la dinámica entre ambos cambiaría drásticamente. Su enemistad podría haber sido simplemente una cuestión de competencia escolar sin el trasfondo de resentimiento social y de clase que define su relación. Además, su carácter probablemente sería menos áspero, ya que no habría experimentado las mismas carencias emocionales y económicas que lo hicieron refugiarse en la magia oscura y la ambición de poder.
Si su relación con Lily no fuera el eje de su historia, su redención y su sacrificio final perderían su impacto emocional. La historia de Snape es la de un hombre marcado por una pérdida irreparable y la búsqueda de redención a través del sacrificio. Su amor por Lily no es solo un romance frustrado, sino el punto de inflexión que define toda su existencia. Es el motivo por el que cambia de bando, el motor de su dolor y su única razón para seguir adelante. Si Lily no hubiera sido un personaje central en su historia, su desarrollo perdería gran parte de su profundidad. Su protección a Harry pasaría de ser un acto de expiación a una simple orden de Dumbledore, y su muerte no tendría la misma carga emocional. Además, su antagonismo con James perdería una capa crucial de significado, ya que sin Lily en la ecuación, su rivalidad se reduciría a una simple enemistad escolar sin el peso del amor y la traición que la hace tan relevante.
Estos cambios sí alterarían la esencia del personaje, ya que afectan directamente sus motivaciones y su evolución dentro de la saga. Snape es un personaje construido sobre el dolor, el resentimiento y el sacrificio, y cada una de estas emociones está vinculada a su historia personal. Modificar estos elementos no solo cambiaría su trayectoria, sino que lo convertiría en un personaje completamente distinto, eliminando la dualidad moral y la tragedia que lo hacen tan inolvidable.
Casos en los que la Raza Sí es Fundamental
Aunque en el caso de Snape la etnia es irrelevante, hay personajes donde sí juega un papel central en la narrativa. En estos casos, la raza no es simplemente un rasgo superficial, sino un elemento estructural que moldea la historia del personaje, sus motivaciones y la forma en que el mundo que lo rodea reacciona ante él. Alterar su etnicidad cambiaría significativamente el impacto y el mensaje de la obra. A continuación, algunos ejemplos claros de esto:
Erik Killmonger (Black Panther): Su identidad como afrodescendiente con raíces en Estados Unidos es clave para su conflicto con Wakanda y su visión de la opresión global. Killmonger es un personaje cuya historia se basa en la diáspora africana y en la experiencia de la comunidad negra en un contexto de desigualdad racial y marginación en Occidente. Su resentimiento hacia Wakanda no solo proviene de su exclusión personal, sino de su percepción de que la nación más avanzada tecnológicamente en la Tierra ha permanecido aislada mientras sus hermanos africanos en el resto del mundo sufren la opresión colonial y el racismo sistémico. Si Killmonger fuera de otra raza, perdería el peso de su argumento y el trasfondo que lo convierte en un villano tan poderoso y complejo. Su lucha por la supremacía en Wakanda y su deseo de liberar a los oprimidos a través de la violencia están intrínsecamente ligados a su identidad racial y a la historia de la esclavitud, la segregación y la lucha por los derechos civiles. Cambiar su raza alteraría el mensaje central de la película, que gira en torno a la herencia africana, el legado de la esclavitud y la responsabilidad de la diáspora negra.

Atticus Finch (Matar a un ruiseñor): Su papel como abogado blanco que defiende a un hombre negro en una sociedad racista es esencial para la historia. La novela de Harper Lee se desarrolla en un contexto de segregación racial en el sur de Estados Unidos, donde la supremacía blanca es la norma y las estructuras de poder están diseñadas para mantener la discriminación. Atticus Finch representa una figura excepcional en ese entorno: un hombre blanco que desafía el racismo sistémico y arriesga su reputación y seguridad para defender la justicia. Si Atticus fuera un abogado negro, la historia perdería su impacto central, ya que la sociedad racista de la época esperaría que un hombre negro defendiera a otro negro, y el conflicto narrativo se desplazaría hacia otro tipo de lucha, quizás sobre la falta de recursos o sobre el miedo a represalias violentas, pero no sobre la sorpresa y el desafío moral que implica que un hombre blanco tome esa postura en un sistema diseñado para favorecerlo. El peso simbólico de Atticus como una figura moral dentro de una sociedad corrupta se desvanecería, y la narrativa requeriría una reestructuración completa para que el conflicto tuviera sentido.

Othello (Otelo, de Shakespeare): Su condición de hombre negro en una sociedad veneciana influye en la percepción que los demás tienen de él y en su inseguridad dentro de la historia. La tragedia de Otelo se basa en gran parte en su posición como extranjero en la sociedad veneciana. Aunque es un general respetado, su origen racial lo convierte en un “otro”, un forastero que, a pesar de su éxito, nunca es completamente aceptado por la élite veneciana. Su inseguridad respecto a su matrimonio con Desdémona está íntimamente ligada a su identidad racial, ya que internaliza los prejuicios de la sociedad y teme que su esposa, blanca y aristócrata, eventualmente lo vea como indigno de ella. Este miedo es precisamente lo que Iago explota para manipularlo. Si Otelo no fuera un hombre negro, perdería uno de los principales conflictos internos que lo conducen a la tragedia: la idea de que nunca será completamente aceptado y de que su amor por Desdémona está constantemente bajo sospecha por razones que escapan a su control. En este caso, la identidad racial no es solo un detalle, sino un elemento crucial para la psicología del personaje y para el desarrollo del engaño de Iago.
Estos casos demuestran que hay personajes cuya raza no es un rasgo arbitrario, sino una pieza central de su historia y desarrollo. En estos ejemplos, la etnicidad influye directamente en la manera en que los personajes son tratados por su entorno, en sus luchas internas y en los conflictos que enfrentan. Cambiar la raza de estos personajes no sería solo una cuestión de representación, sino que requeriría una reestructuración completa de la narrativa para que su historia siga teniendo el mismo impacto.

Finalizando
La controversia en torno a la elección de un actor negro para interpretar a Snape demuestra cómo ciertos debates sobre la fidelidad a la obra original pueden ser innecesarios cuando la identidad racial del personaje no influye en su narrativa. Severus Snape es un personaje definido por su pasado, sus relaciones y sus decisiones, no por su color de piel. Su tragedia no radica en su aspecto, sino en sus errores, en su amor perdido, en la culpa que lo consume y en el sacrificio silencioso que lo convierte en una figura trágica. Snape no es grande por la forma en que luce, sino por el peso de las elecciones que lo persiguen hasta su último aliento.
En cambio, hay otros casos donde la raza sí juega un papel crucial en la historia, y ahí es donde un cambio sí debería considerarse con más detenimiento. Hay personajes cuya identidad racial es un pilar central de su narrativa, donde su historia se construye sobre los conflictos de su tiempo, su cultura y la percepción que otros tienen de ellos. Estos personajes no pueden separarse de su contexto sin que su esencia se diluya.
El verdadero enfoque debería estar en respetar la esencia de los personajes y no en detalles superficiales que no afectan su historia ni su impacto en la narrativa. La fidelidad a una obra no radica en la apariencia exacta de sus personajes, sino en preservar su alma, sus motivaciones y el peso de sus decisiones. Snape seguirá siendo Snape sin importar su color de piel, porque su historia es una de amor, sacrificio y redención, y eso es lo que verdaderamente lo hace inolvidable. La discusión sobre la representación en el cine y el teatro debe centrarse en lo que realmente importa: contar historias que trasciendan el tiempo y la forma, que conmuevan, desafíen y dejen huella. Porque al final, lo que define a un personaje no es cómo se ve, sino lo que nos hace sentir.